1. El 4 de agosto de 2011 pasará a la historia de las luchas sociales y ciudadanas por la construcción de un Chile justo y democrático. Pese a la envergadura de la represión desencadenada por el Gobierno de la derecha política y económica, que ciertamente hizo rememorar los tiempos de la dictadura, fueron centenares de miles los que salieron a las calles por todo el territorio nacional. En la noche, la protesta se trasladó a los barrios y los territorios, con un hermoso cacerolazo que estremeció el país y que mostró la enorme extensión del descontento de la ciudadanía, así como el nivel de crecimiento de los indignados, los disidentes y los desencantados.
Era también la evidencia del fracaso estrepitoso de las maniobras del oficialismo por fracturar el movimiento social, por estigmatizarlo y criminalizarlo, y ofrecer fórmulas que en nada esencial cambian el modelo de educación. Ello muestra la completa incapacidad del Gobierno y el oficialismo de leer apropiadamente los datos de la realidad, que muestran que se enfrenta a un movimiento social de una hechura y calidad diferentes, capaz de derrotar los conciabulos palaciegos, y con la potencia de resistir creativamente la prepotencia propia de los patrones. Ello es así, porque se trata de un movimiento que expresa procesos profundos que se desarrollan en la sociedad civil.
2. El mismo 4 de agosto, el Centro de Estudios Públicos (CEP), “think thank” vinculado a la derecha económica, dio a conocer su estudio de opinión pública Nº 64, ejecutado en pleno ciclo de movilizaciones. Los resultados de la medición fueron devastadores. Un 54% desaprueba la forma en que Sebastián Piñera está conduciendo el Gobierno y apenas un 26 por ciento lo aprueba. En la anterior encuesta, había alcanzado un 44% de apoyo y una desaprobación del 34%, con una caída de 18 puntos en la aprobación y un alza de 19% en el rechazo.
Respecto a las principales coaliciones políticas, un 46% desaprueba la forma en la que la Concertación “está desarrollando su labor” y sólo un 17% la aprueba, mientras que también un 46% desaprueba a la Coalición por el Cambio y apenas un 24% la aprueba.
Un par de días antes se había conocido la encuesta Adimark, que coincidía en la constatación de la violenta caída del respaldo ciudadano a Piñera y su Gobierno, así como el descrédito de las alianzas políticas que, desde inicios de la transición pactada, se distribuyeron la representación en el poder del Estado a merced del sistema electoral binominal.
La encuesta CEP también mostró que un 58% piensa que el actual Gobierno lo ha hecho “mal o muy mal” en educación. Muy importante: esta encuesta mostró que el 80 por ciento está en desacuerdo con que los colegios, escuelas y liceos, y las universidades tengan fines de lucro.
3. Lo más significativo de la jornada de movilización vivida el 4 de agosto, es que puso de manifiesto en forma contundente que se está en presencia de la irrupción de un movimiento ciudadano, que ha trascendido las fronteras del movimiento estudiantil y de los actores sociales vinculados en forma directa con el sistema de educación.
La demanda ciudadana por poner fin a la educación de mercado expresa un cuestionamiento de fondo al proyecto neoliberal y además al sistema político existente, diseñado deliberadamente por la dictadura militar para la reproducción del modelo a través de la exclusión de los derechos de soberanía de las ciudadanas y ciudadanos.
Estamos en presencia del agotamiento del proyecto neoliberal como modelo de producir la economía, la política y la cultura, que en lo inmediato se expresa en una crisis de representación y la irrupción de una crisis de legitimidad. Por ello, la resolución del actual conflicto no pasa por medidas cosméticas. Y no se trata de “intransigencia”, como lo sugieren los representantes de la derecha, cegados por su arrogancia: de lo que se trata es de que la ciudadanía, y en primer lugar los estudiantes, han tomado conciencia de la profundidad del problema y de la envergadura de las transformaciones a emprender.
Ello implica, desde el campo de la Izquierda, el desafío de posicionar opciones políticas de nuevo tipo, originales y en estrecha articulación con el proceso hoy en curso de empoderamiento de la ciudadanía.
4. Las delirantes declaraciones del presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, que habló de “inútiles subversivos”, no se equivocan en un aspecto. La ciudadanía se ha propuesto subvertir un modelo de desarrollo económico–social y un sistema político que se ha caracterizado por el vaciamiento de contenido democrático de la institucionalidad y por el predominio del interés del capital privado frente al interés público.
Los estudiantes han manifestado que la salida al conflicto pasa por un cambio de la Constitución y el establecimiento de un plebiscito vinculante: en definitiva por recuperar la soberanía popular. El movimiento ciudadano en marcha procura apropiarse del derecho de ejercer la soberanía y el poder constituyente que le son inherentes.
Por eso, tampoco se equivoca Larraín cuando sostiene que tiene “terror” a un plebiscito, que ese mecanismo “en el actual ambiente es peligrosísimo, una cosa disolvente, claramente subversiva”, añadiendo que “no está en el sistema legal, no está en el sistema constitucional”. Es cierto: la derecha tiene terror de que el sistema político se llene de ciudadanía. Eso sería ciertamente peligrosísimo para un modelo de representación que se propuso reducir los ciudadanos a súbditos y consumidores.
5. En este contexto, el Partido Izquierda Cristiana de Chile expresa su decisión de respetar las definiciones adoptadas, en forma autónoma y soberana, por el movimiento ciudadano por la educación pública. En primer término, expresa su respaldo al llamado a una nueva jornada de movilización para hoy martes 9 de agosto: a marchar por las calles y caminos del país, y a tocar las cacerolas por todos los rincones de la patria. También suscribe el emplazamiento ciudadano al Gobierno a pronunciarse frente a la demanda ciudadana por educación pública y por más democracia para Chile.
Llamamos a respaldar todas las convocatorias que sean resultado de la decisión social y unitaria del movimiento ciudadano por la educación pública.
Asimismo, invitamos a multiplicar las asambleas ciudadanas por todo Chile y a levantar todas las formas de coordinación de la sociedad civil que permitan la articulación de todas las demandas y todas las banderas. Al respecto, llamamos a preparar el Paro Nacional convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) para el 24 y 25 de agosto.
En su reciente Tercer Congreso Nacional, la Izquierda Cristiana de Chile planteó la necesidad de una Revolución Ciudadana para construir un país democrático. Tenemos la certeza de que es un horizonte posible, justo y necesario.
PARTIDO IZQUIERDA CRISTIANA DE CHILE